lunes, 21 de abril de 2008

Diana, segunda parte



REFLEXIONES DE LA PARCA

A media tarde la Parca llego de nuevo al pueblo, se dirigió a casa de Diana. Una vez más encontró la casa vacía. Diana se había enterado del acecho de la Parca, y tras salir de casa de su hija mayor, pasó a continuación a visitar a sus otras hijas y a sus mejores amigos. Se despidió de todos ellos dando por hecho que al cabo del día marcharía con Átropos. Al término de su ronda y de regreso a casa, dedico un tiempo a estar con sus plantas, la huerta, las flores que decoraban la casa y sus pocos animales de granja. Luego fue a ver la puesta del sol, admiro como nunca los colores rojizos y naranjas del sol cuando se pone, y también de él se despidió. Dedicó un tiempo a todos, a la vez que recogió algunas verduras y unos huevos para la cena.

Al entrar en casa, saludo a la Parca, de manera que sin dejarla decir una sola palabra, la pregunto sobre sus gustos y se dispuso a cocinar para dos. Mientras cocinaba se jacto de ella, preguntándola si había tenido un día muy duro y si la había costado mucho encontrarla. Sin embargo Diana hablaba tanto y tan rápido que no la dio oportunidad de decir nada hasta que se sentaron a la mesa.
Entonces la Parca confesó- Sabes Diana, me siento confusa- se mantuvo un silencio y luego prosiguió- Es curioso, muchas veces siento la llamada para venir en busca de algunos de ustedes, generalmente percibo como ese hilo de vida que yo corto esta dañado antes de que yo haga nada, hay muchas personas que se mantienen con ese hilo lánguido y apagado, sin chispa alguna, movidos como por una inercia. Y por lo general doy un tiempo mínimo a esas personas para que reaccionen, y si no voy en su busca.
En otros casos, hay personas que están en situaciones complejas, y a pesar de su ilusión y sus ganas de vivir, lo pasan muy mal. Y en esos casos algún familiar me invoca y es cuando me presento. Otras veces no hay explicación alguna, al menos directamente sobre la persona que me llevo, si no que lo hago por control de la población, o por evitar acontecimientos que se pueden presentar en un futuro, y en ese presente no son previsibles a vuestros ojos. Por ello que en muchos casos parezca cruel, despiadada, injusta. Sin embargo trato de no serlo.
Y bien- respondía Diana- Y ¿yo? ¿Que es lo que me espera?
Por eso estoy confusa- continuó la Parca- Alguien pensó que tu tiempo aquí había terminado. Fue al oír dicho pensamiento que me dispuse a buscarte. ¿Sabes? Tengo conocimiento de todos los nacimientos. Os conozco a todos ustedes, a toda la población de la tierra, sin embargo aunque sepa quienes sois, mi conocimiento de ustedes no es muy profundo. Solo cuando estoy en vuestra presencia, puedo conocer al detalle tanto todo lo que concierne sobre cada uno de ustedes, como sobre vuestros seres más allegados. Y hoy te he conocido a ti, he visto tu pasado, tus esfuerzos e ilusiones, tus miedos, tus luchas, tus episodios más duros como el momento en que quedaste viuda, y la manera tan ejemplar de afrontar la situación, animando a tus hijas, y dando más vida que nunca a esta casa, la relación que has tenido con las amistades, el respeto hacia la vida… Todo ello pude saberlo antes de llegar a conocerte en el día de hoy. Me basto que alguien me hablara de ti anoche, y ver tu casa desde fuera para saber todo eso.
Sin embargo durante el día de hoy, he visto mucho más que eso. He conocido a una persona que se mantiene emocionada por la vida, que amanece antes que el sol para recibirle. Que tiene ilusión por cada momento, que admira la belleza que la rodea, agradecida por la familia y cuidadora de sus amistades. Respetuosa con la gente, las plantas y por si misma, manteniendo su aspecto e imagen de manera radiante, y de igual manera manteniendo ese mismo orden y limpieza en su hogar.
Pero sobre todo, he visto a una persona con una vida que allá donde vaya, la muerte no puede seguirla. He tenido, para encontraros, que recurrir a la espera en vuestra casa, sabiendo que aquí, tarde o temprano os encontraría. Y ahora que os he encontrado y os he conocido, no tengo motivos para llevaros conmigo. La vida os ha protegido y tú la vives con toda plenitud, saboreando cada momento, y dejando en cada uno de vuestros quehaceres un latido de corazón. Así es justo que sigas aquí. Y creo que si nada cambia tardaremos mucho en volver a vernos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me ha gustado, pues aañi hay q vivir, como lo hace Diana...
Un beso...