martes, 2 de diciembre de 2014

Come menos, vive más.

Con todos ustedes, Bruce H. Lipton:
"... Y la realidad nos indica que nosotros vivimos en un mundo en donde hay hambre y al mismo tiempo tenemos tanta comida que nos estamos matando solamente por comer en exceso, esa es la principal razón por la que nos morimos jóvenes.  Estamos comiendo los radicales libres de nuestra propia digestión que es lo que nos mata.  Quiero agregar que nosotros deberíamos vivir hasta alrededor de los 140 años de vida y la razón por la cual no lo estamos logrando es porque nuestra dieta nos está matando y por el estrés.  Debemos volver a la dieta de nuestros ancestros, cuando no había supermercados y todo era más simple y en menor cantidad. Comían lo que tenían a mano en las estaciones correspondientes en cantidades más pequeñas  y vivían más tiempo.  Lo que sabemos ahora de los diferentes estudios que se han hecho criando ratas, la mosca de la fruta o gusanos, es que de vez en cuando, se han encontrado ejemplares que viven más tiempo que el resto de la misma especie.

Los científicos se entusiasman porque creen que van a encontrar el gen de la longevidad en ese espécimen.  Y lo que se encuentra es una ironía: en cada situación en donde se ve que  un organismo ha vivido más tiempo, no fue debido a un gen que agregó algo nuevo sino a un gen defectivo.  Fue un gen que afectó el metabolismo de la insulina, lo que significa que el organismo no podía digerir bien la comida. Entonces los científicos al ver esto, le daban menos alimento al espécimen para ver si lo podía digerir mejor en menor cantidad.  El resultado fue que el espécimen vivía el doble de tiempo que el resto.  Con esto llegamos a la conclusión de que es la cantidad de comida que ingerimos lo que nos está matando.  No necesitamos toda esa comida para sobrevivir porque nosotros absorbemos energía de la atmósfera. Somos como máquinas Tesla, que se cargan con la energía del medio ambiente..."
http://www.creandotuvida.com/Reportaje__Bruce_Lipton.html

martes, 25 de noviembre de 2014

SIDDHARTA

Siddharta: Tú que vas donde nadie más se atreve a ir,
¿Serás mi dios?
Arquitecto, al fin te conozco.
No volverás a reconstruir tu casa en mí.
Ego: Pero yo soy tu casa y tu vives en mí.
Siddharta: Señor de mi propio ego, eres pura ilusión, tú no existes.
La tierra es testigo de ello.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

El Cielo

El cielo, como muy arriba, comienza a la altura de nuestras rodillas. No está lejos de nosotros.

viernes, 10 de octubre de 2014

Los seis consejos de Tilopa

No recuerdes; Deja ir lo que ya pasó. 
No imagines; Deja ir lo que puede venir.
No pienses; Deja ir lo que sucede ahora.
No examines; No trates de interpretar nada.
No controles; No trates de hacer que algo suceda.
Descansa; Relájate ahora, y descansa.

viernes, 3 de octubre de 2014

La verdad

Nos han hecho creer tantas cosas falsas e interesadas, que ya no sabemos donde buscar la verdad.


lunes, 11 de agosto de 2014

Ciencia VS Tradición



Cansado de ese eterno debate entre Ciencia/Tradición, en el que todo lo antiguo no era más que una falta de conocimiento y un exceso de imaginación. Pretendo escuchar lo que tiene que decir a todo esto, el único personaje que desde el principio de los tiempos de esta humanidad ha sido espectador incansable de todo lo sucedido.
Y sí, nuestro querido planeta tierra, tras los últimos 200 años de evolución y crecimiento del moderno hombre tecnológico arropado por la madre ciencia, echa de menos a los religiosos/tradicionales. Y mira al hombre tecnológico con recelo y un gran miedo.

martes, 10 de junio de 2014

El Arte de Vivir



Puede que el "Arte de vivir" no sea más que el de ver la vida tal cual es, y aceptarla de forma complaciente, convirtiéndonos en simples instrumentos a su servicio, pero de forma gozosa.
Sin entrar en calificaciones de bueno, o malo. De si es justa o injusta, y menos aún sobre si tal cosa es de nuestro agrado.
Nadie dijo que fuera fácil, y no lo es. Como arte, es el más supremo de todos, y cuando menos lleva una vida lograrlo.
En último caso, lo que tenga que pasar pasará, y ante ello nada podemos.

lunes, 28 de abril de 2014

LLuvia

Siento la tardanza. Sin embargo por el momento me encuentro demasiado centrado en otros temas como para atender el Blog. Así que por ahora voy a colgar uno de mis antiguos escritos, que espero os guste:

Seguro que a todo el mundo nos gusta como huele después de haber llovido. Huele a nostalgia. Hay pocas cosas tan agradables como salir a pasear por el campo en medio de una lluvia de estas finas, tímidas que apenas calan pero que inundan todo de una calidez sobrecogedora. Son días de regalo, y hay que disfrutarlos. Buscar a tu pareja y marchar al campo a dar un paseo tranquilamente. Comentar esas cosas que
nos salen cuando estamos relajados, a gusto con nosotros y con ese ambiente que nos rodea. Pasear y pasear con rumbo a ningún sitio, hasta que poco a poco te encuentras calado.
Y entonces empieza el verdadero disfrute de la lluvia;
Ponerte a resguardo; llegar a casa, al calor del hogar, desnudarte y compartir una ducha caliente, una ducha interminable de la que sales casi de aburrimiento.
La lluvia es algo mágico. En el momento que sucede el cielo y la tierra se comunican. El cielo se resquebraja, se abre en dos y se entrega por completo a la tierra, esta lo recibe ansiosa, muchas veces se deshace y se siente bautizada y bendecida de tan plena entrega. El aire portador de esa agua se limpia y se
purifica. Se recarga, se llena de aromas y fragancias y nos contagia a cuantos seres de el dependemos con una energía de lo mas armoniosa.
Saliendo de la ducha no hay mejor cosa que hacer, mejor entretenimiento que dedicarse a calentar las sabanas bajo la dulce música celestial, en medio de la sinfonía acuática que nos brindan cielo y tierra gozamos de los placeres de alcoba en la más querida de nuestras compañías. Penetrando y penetrando en la intimidad, en el sentir, en el alma y el espíritu de nuestra pareja. Nos abrimos como el cielo, olvidándonos de quienes somos, nos entregamos por completo hasta albergar dudas de cual de los dos cuerpos que yacen sobre la cama es el nuestro.

jueves, 27 de febrero de 2014

Meditaciones de Marco Aurelio. 2.

Libro I
16. De mi padre: la mansedumbre y la firmeza serena en las decisiones profundamente examinadas. El no vanagloriarse con los honores aparentes; el amor al trabajo y la perseverancia; el estar dispuesto a escuchar a los que podían hacer una contribución útil a la comunidad. El distribuir sin vacilaciones a cada uno según su mérito. La experiencia para distinguir cuando es necesario un esfuerzo sin desmayo, y cuándo hay que relajarse. El saber poner fin a las relaciones amorosas con los adolescentes. La sociabilidad y el consentir a los amigos que no asistieran siempre a sus comidas y que no le acompañaran necesariamente en sus desplazamientos; antes bien, quienes le habían dejado momentáneamente por alguna necesidad le encontraban siempre igual. El examen minucioso en las deliberaciones y la tenacidad, sin eludir la indagación, satisfecho con las primeras impresiones. El celo por conservar los amigos, sin mostrar nunca disgusto
ni loco apasionamiento. La autosuficiencia en todo y la serenidad. La previsión desde lejos y la regulación previa de los detalles más insignificantes sin escenas trágicas. La represión de las aclamaciones y de toda adulación dirigida a su persona. El velar constantemente por las necesidades del Imperio. La administración de los recursos públicos y la tolerancia ante la crítica en cualquiera de estas materias; ningún temor
supersticioso respecto a los dioses ni disposición para captar el favor de los hombres mediante agasajos o lisonjas al pueblo; por el contrario, sobriedad en todo y firmeza, ausencia absoluta de gustos vulgares y de deseo innovador. El uso de los bienes que contribuyen a una vida fácil y la Fortuna se los había deparado en abundancia, sin orgullo y a la vez sin pretextos, de manera que los acogía con naturalidad, cuando los tenía, pero no sentía necesidad de ellos, cuando le faltaban. El hecho de que nadie hubiese podidotacharle de sofista, bufón o pedante; por el contrarío, era tenido por hombre maduro, completo, inaccesible a la adulación, capaz de estar al frente de los asuntos propios y ajenos. Además, el aprecio por quienes filosofan de verdad, sin ofender a los demás ni dejarse tampoco embaucar por ellos; más todavía, su trato afable y buen humor, pero no en exceso. El cuidado moderado del propio cuerpo, no como quien ama la vida, ni con
coquetería ni tampoco negligentemente, sino de manera que, gracias a su cuidado personal, en contadísimas ocasiones tuvo necesidad de asistencia médica, de fármacos o emplastos. Y especialmente, su complacencia, exenta de envidia, en los que poseían alguna facultad, por ejemplo, la facilidad de expresión, el conocimiento de la historia, de las leyes, de las costumbres o de cualquier otra materia; su ahínco en ayudarles para que cada uno consiguiera los honores acordes a su peculiar excelencia; procediendo en todo
según las tradiciones ancestrales, pero procurando no hacer ostentación ni siquiera de esto: de velar por dichas tradiciones. Además, no era propicio a desplazarse ni a agitarse fácilmente, sino que gustaba de permanecer en los mismos lugares y ocupaciones. E inmediatamente, después de los agudos dolores de cabeza, rejuvenecido y en plenas facultades, se entregaba a las tareas habituales. El no tener muchos secretos, sino muy pocos, excepcionalmente, y sólo sobre asuntos de Estado. Su sagacidad y mesura en la
celebración de fiestas, en la construcción de obras públicas, en las asignaciones y en otras cosas semejantes, es propia de una persona que mira exclusivamente lo que debe hacerse, sin tener en cuenta la aprobación popular a las obras realizadas. Ni baños a destiempo, ni amor a la construcción de casas, ni preocupación por las comidas, ni por las telas, ni por el color de los vestidos, ni por el buen aspecto de sus servidores; el vestido que llevaba procedía de su casa de campo en Lorio, y la mayoría de sus enseres, de la que
tenía en Lanuvio. ¡Cómo trató al recaudador de impuestos en Túsculo que le hacía reclamaciones! Y todo su carácter era así; no fue ni cruel, ni hosco, ni duro, de manera que jamás se habría podido decir de él: «Ya suda», sino que todo lo había calculado con exactitud, como si le sobrara tiempo, sin turbación, sin desorden, con firmeza, concertadamente. Y encajaría bien en él lo que se recuerda de Sócrates: que era capaz de abstenerse y disfrutar de aquellos bienes, cuya privación debilita a la mayor parte, mientras que su disfrute les hace abandonarse a ellos. Su vigor físico y su resistencia, y la sobriedad en ambos casos son propiedades de un hombre que tiene un alma equilibrada e invencible, como mostró durante la enfermedad que le llevó a la muerte.

martes, 18 de febrero de 2014

Meditaciones de Marco Aurelio.

Libro I
15. De Máximo: el dominio de sí mismo y no dejarse arrastrar por nada; el buen ánimo en todas las circunstancias y especialmente en las enfermedades; la moderación de carácter, dulce y a la vez grave; la ejecución sin refunfuñar de las tareas propuestas; la confianza de todos en él, porque sus palabras respondían a sus pensamientos y en sus actuaciones procedía sin mala fe; el no sorprenderse ni arredrarse; en ningún caso precipitación o lentitud, ni impotencia, ni abatimiento, ni risa a carcajadas, seguidas de accesos de ira o de recelo. La beneficencia, el perdón y la sinceridad; el dar la impresión de hombre recto e inflexible más bien que corregido; que nadie se creyera menospreciado por él ni sospechara que se consideraba superior a él; su amabilidad en la vida de sociedad.