Mi abuelo. Fuera de la familia siempre
será El Señor Alvarez, pero los de casa tenemos otros privilegios. Como la
mayoría de personas de su edad, y de nuestro país, tiene una historia muy
interesante. Han vivido una post guerra, una dictadura, y ven con sus propios
ojos como puede desarrollarse un país en poco tiempo.
Y quizá debido a tales circunstancias que
mi abuelo supo desde joven lanzarse al vacío, tomarse su vida con
independencia, ilusión y convencido de sus posibilidades. Y hoy en día, tras
una vida dedicada a su familia, que los que le seguimos podemos disfrutar de
más de un privilegio por haberle tenido allanándonos el camino.
No creo que pase un día en que mi abuelo
no disfrute de una buena carcajada. Y eso está más que garantizado si al cabo
del día coincide con alguien de la familia. Seguro que en algún momento
aprovecha para hacer una broma, crear una situación un tanto cómica, o tomarnos
el pelo a toda la familia como hizo este año en la cena de nochebuena.
Aprovechando a demás su broma para lograr que el resto de la familia desistiera
de insistirle en algo que él no quería. Y no solo lo consiguió sino que nos
hizo reír a todos. Y eso que como todo el mundo tiene sus días en lo que reír
puede ser todo un desafío; hay muchas gestiones con sus correspondientes
preocupaciones que las sigue realizando él personalmente. A parte de la labor
diplomática que realiza en el círculo familiar, en el que además, por la
delicadeza del entorno, cualquier diferencia conlleva una ligera complicación.
Sin embargo tenemos la suerte de contar con él, siempre, para lo que sea, y
beneficiarnos gracias a su generosidad, de un rato de buen humor. Por si el
resto fuera poco.
Alguien dijo que el momento en que se
pierde la juventud, es el momento en que se pierde la curiosidad. Y debe ser
cierto, cuando volvió de Benidorm a pasar las navidades, le llevaba en coche a
medio día para ir a comer. Cuando se bajó del coche, me guiño el ojo y
sonriendo me dijo… Y has visto? Hace días que voy sin bastón!