viernes, 21 de mayo de 2010

TRANSMUTAR. 2 de 2.

El retorno.
- Y entonces Maestro, cuando surge una persona que ha perdido la memoria de lo que fue. ¿Como puede encontrar de nuevo el camino. Sentir la grandeza de Dios mientras permanece en el olvido del cuerpo físico?
- En la dimensión del espíritu no hay necesidad de pareja, ni de procreación. Estamos en el reino divino y todo se crea de forma constante, continua según la necesidad. En cada instante surge un nuevo espíritu para cumplir una función. Es como si cada espíritu fuera un idea, una mano de Dios, y este tuviera infinitas de ellas, sin embargo te recuerdo que no hay formas.
Cuando el hombre se “ató” la creación le dio el sexo para diferenciarse unos de otros y que entre ellos pudieran crear algo divino. Esto tiene un gran sentido. Es como si a través del acto del amor, recuperasen por un momento esa virtud de emisarios de Dios. En principio tenían que desnudarse ante otro semejante del sexo opuesto, y no me refiero a lo físico, si no que tenían que abrirse, descubrirse, darse a conocer para lograr ser amados en toda su verdad. Y una vez conseguían esto podía decirse que ya había una pareja. Al menos con otra persona eran capaces de ser originales en el sentido de rescatar su esencia primera. Bien, ahora dentro de esa pareja, cada individuo tenía la capacidad de poder hacer algo como emisario de la creación. Se les conservo ese don para un acto sagrado. Tenían la capacidad de sublimar el acto y con ello acercarse a la vivencia creadora. O de consumarlo y dar origen a una nueva criatura. En cualquiera de los casos la misma creación siempre se guarda un as en la manga. Pero aún así les conservo ese don. De tal modo que en ellos está el lograr la complicidad con otro ser para llegar a una de las vivencias de la creación. Hay otros caminos para llegar la la vivencia del origen, como ya te dije, han venido muchos Maestros a lo largo del tiempo para recordar el camino perdido. Aunque la vivencia del amor, es casi sin ninguna duda la manera más directa.
- Y entonces, ¿Cuando pueden retornar al origen?
- A lo largo del camino tienen ocasión de vivir verdaderas experiencias místicas y espirituales. Pero lamentablemente para la gran mayoría solo hay una manera, y en estos momentos la viven como una tragedia, no se dan cuenta de la dicha que hay en esa transformación. La llama del espíritu, del alma, es incombustible. Sin embargo no la del cuerpo físico, al menos no lo es a la manera común dentro de las ataduras. Dentro de esos seres excepcionales hay quienes han logrado despertar, y transmutar su estado físico al estado divino. Pero lo general es que tengan que consumir su vida para provocar la subida al reino celeste. Esa es la transmutación común. Y como te digo, debido a sus ataduras y sus apegos al mundo, a los placeres y los lazos afectivos que desarrollan con otras personas, suelen ser acontecimientos llenos de pena y dolor. Cuando en realidad es un paso de liberación en el que vuelves al todo, al conocimiento supremo, a la fusión del universo, la gran rueda divina en la que todo acontece, sin tiempo ni espacio. Simplemente todo es, todo está.
Amen Abuela. Buen regreso al origen.

TRANSMUTAR. 1 DE 2.

Origen.

En el último día de la creación, Dios dijo, “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;..” (Génesis1:26). Y así, de esta manera Él terminó Su trabajo con un “toque personal”. Dios formó al hombre del polvo y le dio vida de Su mismo aliento (Génesis 2:7). De acuerdo a esto, el hombre es el único, entre toda la creación de Dios, que tiene una parte material (cuerpo) y una inmaterial (alma / espíritu).
- Pero Maestro, no termino de ver esa semejanza. Muy pocas de las virtudes de Dios están reflejadas en el hombre. Incluso diría que esa parte inmaterial, ese espíritu, también se ha perdido.
- No lo verás mientras contemples al hombre como el ser que ahora es. Tienes que mirarlo en toda su realidad. Desde el instante de su creación hasta el momento actual. Es un ser con un potencial inabarcable que está en constante evolución, y por lo tanto tiene momentos brillantes y otros más oscuros.
Aquel hombre original tenía la capacidad de desmaterializarse. En sí mismo el ser, el hombre, no era más que una concentración de energía, de tal modo que podía hacerse materia en la forma concreta que hoy conocemos y vemos a diario en cualquier persona, o bien podía desmaterializarse y moverse por el universo como un espíritu, y lo que eso supone, si no hay nada que ocupe un lugar, un espacio, tampoco ocupa un tiempo. Sí, esos primeros seres eran excepcionales, auténticos emisarios de Dios con la capacidad de fundirse con él en toda su grandeza. En los reinos del espíritu no hay espacio-tiempo, sino que todo es en un mismo instante y solo depende de tu propia opción estar donde y cuando quieras. Al desmaterializarse y vivir únicamente la expresión del espíritu se perdía la identidad y se volvía uno con el todo, era como reintegrarse en la fuente de la creación.
Mientras por otra parte, tenían la virtud de concretarse en este mundo que hoy pisamos y disfrutar de todos los placeres mundanos; las maravillosas vistas y paisajes que nos rodean, los aromas y sabores, las sensaciones térmicas y las músicas celestiales.
Con el tiempo surgieron dos variantes principales de aquellos hombres. Los que continuaron cumpliendo con su labor de emisarios divinos, permaneciendo en la tierra, disfrutando de ella, pero también volviendo a la fuente según fuera lo debido. Y los que se apegaron más y más a los placeres mundanos, atrapándose a sí mismos en este mundo, y perdiendo con el tiempo la capacidad de volver, de desmaterializarse. Dentro de esta clasificación también hay diferencias; Algunos de los hombres han perdido por completo la memoria de lo que fueron, y viven totalmente apegados a los placeres mundanos, casi desvinculados de todo lo que es el origen, la creación y nuestro creador. Es por ello que cada cierto tiempo aparecen hombres, a los que tienen por excepcionales, personas que destacan sobre el resto, y que aún mantienen una fuerte conexión con el origen. Y son enviados con la intención de hacer recordar lo que fue. Estos hombres conocen con bastante detalle los reinos del alma, las estancias divinas. Saben de su organización y de aquellos emisarios originarios más conocidos como Ángeles.