domingo, 11 de octubre de 2009

Aproximándome a Dios. Primera parte 1/3.

Supongo que no seré el primer valiente en dedicar parte de mi tiempo a tales reflexiones. Si no que antes o después este tipo de pasatiempos son de obligada necesidad, tanto para los que nos tenemos por “creyentes”, sea la fe que sea, como para los que se tienen por “ateos”, sea el nivel que sea.

Parten mis reflexiones de una raíz. Un curioso dato al que llegue a través de la Kinesiologia. Algo que puede no tener nada que ver con la espiritualidad, y menos aún con la religión, pero que tiene que ver mucho con el ser humano y cuanto que de el desconocemos. Lo que a mi parecer hace que inmediatamente esté codo a codo con la espiritualidad, y la religión.

Resulta que en Hebreo la palabra que denomina a Yavé , es interpretada sencillamente como una fuerza de creación. Algo que crea. Sin embargo la palabra que denomina a Yeshua solo difiere de la de Dios por una letra intercalada en medio de la palabra. Consciencia. La letra intercalada significa consciencia. Lo que nos dice que Yeshua es una fuerza con consciencia, con un sentido concreto, dejando a Yavé como una fuerza sin consciencia, concretando más, Yavé sería una fuerza de creación en bruto. Sin medida. Por lo que enseguida podríamos deducir que Dios es responsable de todo lo creado, tanto lo bueno como lo malo. Sí, pueda ser así.

Tras analizar un poco el funcionamiento del mundo, el ecosistema de la naturaleza, la evolución de nuestro planeta, el momento en que el hombre apareció en la tierra… no hay más que una perfecta armonía. Un perfecto equilibrio entre los desastres naturales y sus consecuencias. Y esto me lleva de inmediato a pensar que lo que realmente podemos juzgar como malo, si acaso nos podemos permitir esa postura de jueces, son sin lugar a dudas acciones desarrolladas por el hombre. Como si todo lo creado entrase dentro de ese perfecto equilibrio, salvo el ser humano. Entonces… ¿Como es posible tal contradicción?

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