jueves, 24 de enero de 2008

Hola, ¿Quién eres?

-Que me dices tío, si nos conocemos de siempre. Bueno al menos de toda nuestra vida.
-Sí, eso es cierto. Pero sabes, últimamente he estado pensando en algo…¿ Nunca te ha sorprendido una persona cercana, bien conocida, íntima, con una reacción inesperada que te haya dejado boquiabierto?
-Claro, y más de una vez. Pero es algo normal ¿no?
-Sí claro que es normal. Es decir, habitual, que pasa con cierta frecuencia. La cosa es la siguiente. Tú y yo nos conocemos desde hace tiempo. Hemos hecho deporte juntos, hemos subido montañas, nos hemos visto en situaciones de verdadero apuro, y conocemos prácticamente nuestras debilidades físicas. Sabemos el uno del otro hasta donde podemos dar de si físicamente, y en caso de forzar cuales pueden ser nuestras primeras lesiones. Conocemos bien nuestra salud, si uno enferma en invierno, o es alérgico en primavera, y podemos tener una idea bastante certera sobre las posibles reacciones y la forma de pensar de cada uno.
-Sin embargo esto no es exclusivo nuestro. Si no que son cosas que podemos saber de mucha de las personas que nos rodeamos. Unas con mayor exactitud que otras. Pero tampoco me parece algo trascendente…
-Pero sin embargo… sabes, últimamente leo mucho a cerca del alma, del espíritu de la persona, de las tres partes que componen al ser humano; físico, psíquico, y espiritual. Y por otra parte la cantidad de personas que no están de acuerdo con la parte espiritual, o simplemente en el ritmo de vida que tenemos, ver el poco caso que se hace a esa parte que puede ser algo nuestro también.
Bien pues si te das cuenta, al principio coincidíamos que es habitual que una persona que conoces bien te sorprenda con algo que no esperas. Y sin embargo también vemos que dentro de nuestro circulo íntimo nos conocemos suficientemente bien como para que eso no suceda. Y sin embargo sucede.
-Hombre yo creo que por mucho que nos conozcamos, siempre hay algo nuestro que no damos a conocer.
-Yo creo que más que no damos a conocer, es algo tan etéreo en nosotros que se manifiesta en nuestro interior, pero que sin embargo puede tener una relevancia vital tanto en lo físico, como en lo psíquico. Esas respuestas a modo de intuición que nos hacen tomar las salidas más sorprendentes, ese ánimo alegre o hundido que nos puede cambiar un día o una temporada. Ese refugio de pensamientos tan privado, secreto. Y no porque hagamos por mantenerlo lejos del conocimiento de los demás, sino porque muchas veces lo desconocemos nosotros mismos.
-Creo que te entiendo. Que esa parte con que empezamos, esa capacidad de sorprender entre personas de cierta confianza, pueda deberse a lo que tú crees que es la parte etérea del hombre, al alma, el espíritu. Esa parte desconocida que todos tenemos, y que además nos influye directamente en nuestras relaciones, en nuestra salud, en nosotros. Como si eso fuera nuestro autentico Yo.
-Sí, pudiera ser así, esa es la idea. Pensare más en ella.

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