Cuanto más nos adentramos en las filosofías religiosas, esotéricas…
más nos insisten en la necesidad de descubrir la autentica realidad, y
reconocer que nuestro mundo es ilusorio. Sin la vivencia de este
reconocimiento, llega un punto en el que no hay más progreso espiritual.
Imaginemos dos mujeres de la misma edad y condición
socio/cultural/económica que van al cine, ambas solas pero a la misma sesión, a
ver la película en las mismas condiciones. Como es gratis las incluimos el pack
de tanque de refresco y sus palomitas.
Una de ellas tiene la siguiente experiencia; no es muy fan
de los refrescos, y las palomitas la terminan saturando, así que a lo largo de
la pelí se cansa de ellas y las deja, el actor principal la recuerda a un
exnovio, así que aun siendo uno de los hombre mas atractivos a ella no la dice
nada, sin embargo se siente identificada con la protagonista, eso da un enfoque
concreto a su lectura de la película.
La otra mujer esta encantada con el kit refresco/palomitas,
se enamora del actor principal en cuanto le ve, y sin embargo la actriz protagonista
la parece una bruja.
Si pedimos a la salida del cine, a ambas mujeres que nos
describan la película, podría haber tantas diferencias en sus descripciones que
pensaríamos que han visto películas diferentes.
Partiendo de algo concreto, como es la película, la realidad
de ambas mujeres es diferente. Cual de ambas realidades es la verdadera?
Ninguna. Las dos son proyecciones de sus estados emocionales, que a su vez son
proyecciones de su consciente particular o Ego. Por lo tanto, ni las
experiencias vividas en torno a la película, ni los sujetos que viven dichas
experiencias, son carentes de verdadera realidad. O lo que es igual, son Maya,
ilusión.
El ejemplo del cine puede parecer muy simple, dando pie a
pensar que en este mundo hay hechos que son reales por igual para todas las
personas. Pero si analizamos bien esos posibles hechos, acontecimientos, lo que
sea, por más convencidos que estemos, si ponemos nuestra atención en ellos,
veremos que siempre, siempre, toda experiencia es meramente subjetiva. Y puesto
que el sujeto también carece de realidad, es por lo tanto ilusoria. Aquí sería
el momento perfecto para citar a cualquier gran maestro oriental que apuntale
tal afirmación. Sin embargo creo que es mejor ir a alguien más cercano para nosotros;
Según
la Teoría de Campo de Einstein, el universo es un campo único de energía, un
continuo sin espacios vacíos ni interrupciones que puede ser caracterizado como
absoluta plenitud. Por su parte, las hipótesis físicas más recientes —tales
como las Teorías de Superunificación o la Teoría Holonómica de David Bohm, y
así sucesivamente— no hacen más que llevar a su extremo esta visión del
universo como continuo libre de multiplicidad, carente de divisiones
intrínsecas o substanciales, y privado de interrupciones o espacios vacíos —una
visión que, de ser correcta, implicaría que nuestra percepción del cosmos como
una multiplicidad de substancias constituye un error. Elias
Capriles Budismo y Dzogchen
Lo que nos viene a decir es que no hay diferencia entre
nosotros y lo que nos rodea, entre el observador y lo observado, no hay un YO
REAL, diferenciado, individual. Es todo una proyección de nuestro Ego, de lo
que pensamos que somos pero que no somos.
Y es aquí, donde nos encontramos con el rompecabezas que hay
que resolver para continuar con el desarrollo de sí mismo, el auto-conocimiento,
o el religarse con lo sagrado. Para toda una vida.
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