Cuarta parte:
El cuaderno rojo de Auster:
Volviendo al territorio de las casualidades significativas, quizás el escritor que más se ha centrado en su exploración es Paul Auter. De hecho, en su breve ensayo “El cuaderno rojo” recogía todas las sorpresas que el azar objetivo le había deparado hasta aquel momento.
Su propio éxito como novelista estuvo muy ligado a un error casual que acabaría siendo altamente fructífero. Al parecer, en los inicios de su carrera recibió una llamada telefónica nocturna de un hombre que preguntaba por la agencia de detectives Pinkerton. Auster le respondió que se equivocaba de número, pero el hombre llamó de nuevo al día siguiente con la misma consulta. Tras darle una contestación similar, el escritor de Brooklyn decidió que si la llamada se repetía , le diría al desconocido que llamaba al número adecuado y que él era el detective que estaba el cargo de su caso.
Esta tercera llamada nunca se produjo, pero sí tuvo lugar en su novela “Ciudad de cristal”, que proseguía lo que el azar no quiso terminar. El protagonista de esta insólita novela negra que le procuró fama mundial sigue el juego a su anónimo interlocutor, lo que a la larga desata una investigación que le llevará a un mundo de locura.
Aunque en menor medida, el japonés Haruki Murakami también se ocupa en sus novelas de los extraños “cruces de líneas” que tienen lugar en el entramado de la realidad. Quizás se deba a que los escritores, en general, son más sensibles a las sincronicidades. No es que les sucedan más a menudo que al resto de las personas, sino que al desarrollar para su profesión una mayor capacidad de observación –siempre van en busca de historias- conectan más fácilmente esta clase de fenómenos. Por este motivo, anotar en un cuaderno los pequeños incidentes curiosos que nos suceden, puede ayudarnos a detectar muchas sincronicidades que de otro modo nos pasarían por alto.
Continuará…
Texto extraído de la revista Integral. Nº337. Artículo de Francesc Miralles
domingo, 23 de marzo de 2008
El significado de las coincidencias
Publicado por Carlos Armesto Alvarez en 12:40
Etiquetas: casualidad
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