"Cuando uno vea dentro de sí mismo el divino resplandor de la virtud; cuando uno pueda habitar totalmente dentro de sí mismo; cuando uno pueda dejar de encontrar dentro de sí mismo cualquier obstáculo para la unidad; cuando nada extraño pueda ya más alterar, por su mezcla, la simplicidad de la propia esencia interior; cuando dentro de todo tu ser encuentres una verdadera luz, ilimitada, irreductible, infinita, y absolutamente inconmensurable porque transciende toda medida y cantidad; cuando hayas llegado a ser así, etonces, al haberte convertido en la visión misma, podrás tener confianza en tí mismo, porque ya nunca más necesitarás una guía. Por tanto, debes discernir con gran cuidado, poque sólo por medio del ojo que entonces se abrirá dentro de ti, podrás percibir la Suprema Belleza. Para obtener esta visión de lo hermoso y de la divinidad interior, uno debe comenzar por volverse uno mismo, hermoso y divino". (I. vi.9).
Comentario p.p. 80 pag 283 del Libro Tibetano de la Gran Liberación. Evans-Wentz