-Bueno chico, no se, eso es lo que me ha pasado y tampoco sé
qué me llevó a reaccionar así. {…}así que supongo que haya sido una crisis de
existencia, ¿no??¿ Tú qué opinas??
- Bueno yo creo que quedarse en eso es analizar muy poco las
cosas, sobre todo en una persona como tú, que no cree en temas transcendentes,
y por lo tanto no cabe una crisis de existencia.
- Sí pero que es exactamente una crisis de existencia? A
ver, yo no creo que haya nada que regule la vida, nada que tenga que ver con el
destino, con el más allá, para mi todo eso es imaginería barata. La gente nace,
crece, se reproduce si puede, y vive hasta que se baja el telón y se apagan las
luces. Y punto. Pero mientras tanto existimos…
eso es evidente, y por lo tanto durante esa existencia se pueden tener
crisis.
- Ya, pero tú te basas en vender una crisis de existencia
carente de sentido, es decir, que podrías hacer el esfuerzo de analizar de
manera consciente lo que has vivido, porqué lo has vivido, que es lo que has hecho,
tus reacciones… y darás un sentido a lo
sucedido. Sin embargo te aprovechas de la expresión “crisis existencial”
para poner una etiqueta a lo sucedido y pasar página.
- Supongo, pero tampoco, ninguno de los creyentes como tú,
ha sabido nunca explicarme de manera sencilla y coherente que toda esa creencia
del más allá tenga un significado.
- Bien, pero es que
lo que pides no es poco, y quizá no hayas dado con la persona adecuada para
hacer esa pregunta. Es muy difícil comprender con toda la razón el significado
de todo lo que nos rodea. Y mucho más difícil es dar una respuesta sencilla y
coherente. Desde mi punto de vista, todo lo que existe está sujeto a un
intercambio de energía y sustancias. El
hombre por ejemplo recoge y expulsa tres tipos de sustancias; líquidas, solidas
y gaseosas. Curiosamente muchas de las sustancias que recogemos son producto de
seres de nuestro entorno; animales, vegetales o minerales. Del mismo modo que
las sustancias que nosotros expulsamos, en cualquiera de sus estados físicos,
son aprovechadas bien por animales, bien por plantas o por los minerales. Pero
a mayores de esto también hay intercambio de energías con sustancias más
sutiles, a través de campos electromagnéticos, de radiaciones solares, lunares,
planetarias… recibimos y emanamos
radiaciones de distintos tipos. Y todo es un continuo intercambio que nos
conecta con todo cuanto nos rodea. Los sentimientos y emociones también son
productos de intercambio.
Ese continuo intercambio de sustancias, nutre todo lo que
existe. Todo cuanto esté vivo es nutrido y esta nutriendo a todo lo demás a
través del intercambio de sustancias y energías. Es por ello que existimos,
como especie, para ser parte de estos intercambios. Pero también entramos en un
juego por el hecho de tener consciencia. Eso nos da la capacidad de desarrollar
la razón, de comprender la realidad. Y esta no es ser parte del juego social.
Lo somos, y hay que respetar las normas porque estamos sujetos a ellas. Pero
eso es algo superficial y efímero. La verdadera realidad está más allá del
hombre social. Es ahí donde entra la verdadera “existencia”. Por lo tanto una
crisis de existencia es un momento en el que tus esquemas se han roto, en que
te cuestionas profundamente el porqué de la vida, y razonar sobre dicha cuestión
altera todo tu cuerpo biológico. Cuando se supera ese estado de crisis y se
comprende, después de un duro y largo trabajo de razonamiento, conocimiento y
experimentación de la trama de la vida, todo se vuelve claro, porque hemos
visto, comprendido y aceptado lo que sí que es realidad, habiendo dejado atrás
un mundo de sueño, engaño e ilusión. Y es en esa claridad donde hallamos la
calma, la serenidad.
Venimos de un mundo sutil, real, tomamos consciencia en la
tierra una vez encarnado, y durante la vida seguimos todo un proceso de
intercambio de sustancias que nos sirve de mantenimiento, nutrición, y
experimentación. Hasta el momento que nos descarnamos… Pero eso no quiere decir
que sea un final… no hubo un principio, así que tampoco hay un final. Durante el tiempo de vida vamos adquiriendo
unas capacidades y potencialidades que van a condicionar nuestro transito y
trance al más allá. Ahí entramos en un punto misterioso, y sagrado, y es debido
un respeto. Lo que no sirve de excusa para evitar el tema. Pero todo lleva un
orden y para llegar a correr primero hay que andar. Así que antes de creer o
cuestionar el más allá, hay que tomar consciencia de la realidad que nos ocupa
en cada instante, en cada momento. Aquí y ahora, sin esperar al mañana.
Analizar conscientemente cada segundo hasta desarrollar una capacidad de
atención permanente que nos permita una alerta constante, y así desentrañar la
trama de la vida. Si llegamos a eso, poco a poco descubriremos cosas, nos
explicaremos y viviremos de forma experiencial, mucha de las materias que ahora
cuestionamos, o que simplemente no creemos. Claro que todo esto supone un
esfuerzo a mayores de un acto de fe, y si no se tiene si quiera la fe, tampoco
aparecerá el ánimo para hacer el esfuerzo.
Creo que no es una respuesta breve, aunque espero que algo
te haya desvelado. En cualquiera de los casos son temas que no se deben
resumir, difícilmente abarcables para una mente, cuanto más para explicarlo a
otros de forma comprimida. Quédate si quieres que todo tiene un porque, desde
luego que sí. Y si te animas a seguir con la conversación, la próxima vez
partiremos de ahí.
-Bueno desde luego que ahora necesitare un tiempo para
asimilar todo lo que has dicho. En efecto que hay ciertas evidencias en que
somos parte de procesos de intercambios, y quizá también me encaje que todos
esos procesos hacen todo se sostenga entre sí de forma equilibrada… Al menos
tengo algo en lo que pensar. Gracias.