viernes, 26 de octubre de 2012

Crisis Existencial

-Bueno chico, no se, eso es lo que me ha pasado y tampoco sé qué me llevó a reaccionar así. {…}así que supongo que haya sido una crisis de existencia, ¿no??¿ Tú qué opinas??
- Bueno yo creo que quedarse en eso es analizar muy poco las cosas, sobre todo en una persona como tú, que no cree en temas transcendentes, y por lo tanto no cabe una crisis de existencia.
- Sí pero que es exactamente una crisis de existencia? A ver, yo no creo que haya nada que regule la vida, nada que tenga que ver con el destino, con el más allá, para mi todo eso es imaginería barata. La gente nace, crece, se reproduce si puede, y vive hasta que se baja el telón y se apagan las luces. Y punto. Pero mientras tanto existimos…  eso es evidente, y por lo tanto durante esa existencia se pueden tener crisis.
- Ya, pero tú te basas en vender una crisis de existencia carente de sentido, es decir, que podrías hacer el esfuerzo de analizar de manera consciente lo que has vivido, porqué lo has vivido, que es lo que has hecho, tus reacciones… y darás un sentido a lo  sucedido. Sin embargo te aprovechas de la expresión “crisis existencial” para poner una etiqueta a lo sucedido y pasar página.
- Supongo, pero tampoco, ninguno de los creyentes como tú, ha sabido nunca explicarme de manera sencilla y coherente que toda esa creencia del más allá tenga un significado.
-   Bien, pero es que lo que pides no es poco, y quizá no hayas dado con la persona adecuada para hacer esa pregunta. Es muy difícil comprender con toda la razón el significado de todo lo que nos rodea. Y mucho más difícil es dar una respuesta sencilla y coherente. Desde mi punto de vista, todo lo que existe está sujeto a un intercambio de energía y sustancias.  El hombre por ejemplo recoge y expulsa tres tipos de sustancias; líquidas, solidas y gaseosas. Curiosamente muchas de las sustancias que recogemos son producto de seres de nuestro entorno; animales, vegetales o minerales. Del mismo modo que las sustancias que nosotros expulsamos, en cualquiera de sus estados físicos, son aprovechadas bien por animales, bien por plantas o por los minerales. Pero a mayores de esto también hay intercambio de energías con sustancias más sutiles, a través de campos electromagnéticos, de radiaciones solares, lunares, planetarias…  recibimos y emanamos radiaciones de distintos tipos. Y todo es un continuo intercambio que nos conecta con todo cuanto nos rodea. Los sentimientos y emociones también son productos de intercambio.
Ese continuo intercambio de sustancias, nutre todo lo que existe. Todo cuanto esté vivo es nutrido y esta nutriendo a todo lo demás a través del intercambio de sustancias y energías. Es por ello que existimos, como especie, para ser parte de estos intercambios. Pero también entramos en un juego por el hecho de tener consciencia. Eso nos da la capacidad de desarrollar la razón, de comprender la realidad. Y esta no es ser parte del juego social. Lo somos, y hay que respetar las normas porque estamos sujetos a ellas. Pero eso es algo superficial y efímero. La verdadera realidad está más allá del hombre social. Es ahí donde entra la verdadera “existencia”. Por lo tanto una crisis de existencia es un momento en el que tus esquemas se han roto, en que te cuestionas profundamente el porqué de la vida, y razonar sobre dicha cuestión altera todo tu cuerpo biológico. Cuando se supera ese estado de crisis y se comprende, después de un duro y largo trabajo de razonamiento, conocimiento y experimentación de la trama de la vida, todo se vuelve claro, porque hemos visto, comprendido y aceptado lo que sí que es realidad, habiendo dejado atrás un mundo de sueño, engaño e ilusión. Y es en esa claridad donde hallamos la calma, la serenidad.
Venimos de un mundo sutil, real, tomamos consciencia en la tierra una vez encarnado, y durante la vida seguimos todo un proceso de intercambio de sustancias que nos sirve de mantenimiento, nutrición, y experimentación. Hasta el momento que nos descarnamos… Pero eso no quiere decir que sea un final… no hubo un principio, así que tampoco hay un final.  Durante el tiempo de vida vamos adquiriendo unas capacidades y potencialidades que van a condicionar nuestro transito y trance al más allá. Ahí entramos en un punto misterioso, y sagrado, y es debido un respeto. Lo que no sirve de excusa para evitar el tema. Pero todo lleva un orden y para llegar a correr primero hay que andar. Así que antes de creer o cuestionar el más allá, hay que tomar consciencia de la realidad que nos ocupa en cada instante, en cada momento. Aquí y ahora, sin esperar al mañana. Analizar conscientemente cada segundo hasta desarrollar una capacidad de atención permanente que nos permita una alerta constante, y así desentrañar la trama de la vida. Si llegamos a eso, poco a poco descubriremos cosas, nos explicaremos y viviremos de forma experiencial, mucha de las materias que ahora cuestionamos, o que simplemente no creemos. Claro que todo esto supone un esfuerzo a mayores de un acto de fe, y si no se tiene si quiera la fe, tampoco aparecerá el ánimo para hacer el esfuerzo.
Creo que no es una respuesta breve, aunque espero que algo te haya desvelado. En cualquiera de los casos son temas que no se deben resumir, difícilmente abarcables para una mente, cuanto más para explicarlo a otros de forma comprimida. Quédate si quieres que todo tiene un porque, desde luego que sí. Y si te animas a seguir con la conversación, la próxima vez partiremos de ahí.
-Bueno desde luego que ahora necesitare un tiempo para asimilar todo lo que has dicho. En efecto que hay ciertas evidencias en que somos parte de procesos de intercambios, y quizá también me encaje que todos esos procesos hacen todo se sostenga entre sí de forma equilibrada… Al menos tengo algo en lo que pensar. Gracias.